Las dos poblaciones, Anglos y Sajones, con sus continuos ataques a las trupías romanas regadas en la ciudad obligaron al Imperio Romano a abandonar la isla, abriendo el capítulo de la historia Anglosajona de esta ciudad, que dura hasta el 1066 d.C. Durante tal período los Anglosajones confermaron la vocación mercantil de Londra aumentando el prestigio y la riqueza de la City.
En el 604 d.C. inicia la construcción de la Catedral de St. Paul, erecta de las cenizas del templo de Apolo construido por los Romanos. En los mimso años se construyeron Thorney Island, un sitio al largo de las orillas de Támesis que pasará a la historia como el palacio de Westminster, hoy sede del Parlamento Británico.
Pero es con la conquista de los Normandos por parte de Guillermo el Bastardo, que en el 1066 se hizo coronar como El Conquistador no que Rey de Inglaterra en el interior de la Abadía de Westminter (ceremonia luego adoptada por todos los sucesivos Reyes de Inglaterra) que Londres se afirma como ciudad autónoma y políticamente independiente. Durante esos años William the Conqueror realiza la Tower of London y la White Tower, residencia de los Reales de Inglaterra y sede de las joyas de la Corona.
Con la llegada del Reino de Elizabeth I la capital comienza a expandirse exponencialmente, desde el 1565 al 1605 los habitantes pasan de 80.000 a 160.000 creando las bases para la metrópolis que conocemos hoy. En el 1666 Londre fue tocada por el Great Fire, el incendio más grande de su historia. Por cinco días la ciudad se quema sin parar, arrasando 15 de los 26 distritos que la componían, destruyendo más de 13.000 casas y 80 iglesias, incluyendo la Catedral de St. Paul.
Extraordinariamente la ciudad se prepara para la reconstrucción, que dura sólo 10 años. Más que una acción guiada por el gobierno se trata de una iniciativa popular. Las casas vienen construidas con ladrillos y azulejos que sostituyen leña y paja. Los palacios crecen en altura y muchas zonas fueron aprovechadas por privados para crear las terraces zonas de tierra llenas de casas cercanas entre ellas con el fin de aumentar los ingresos.
En este fervor no es posible actuar ningún plan regulador, es por eso que Londres preserva calles y callejones que remontan al Medioevo, si no antes. Durante estos años fue reconstruida St. Paul y construido Buckingham Palace, literalmente “Palacio de los Jamones Alzados”, construido inicialmente como alojamiento de verano para el duque de Buckingham John Sheffield, pero que en 1837 se convirtió, con el Castillo de Windsor, la residencia oficial de la familia real, donde es posible también ver toda la historia de Inglaterra.
Después de todo esto la ciudad creció en manera increíble gracias a las nuevas aberturas comerciales con India y con las Américas en el siglo XVIII que atraen a mercantes de todo el mundo, y con la Revolución Industrial cien años después, que atrajo trabajadores desde toda la isla. Al inicio del 1900 lo que una vez se llamaba Londinium es la ciudad industrial más activa del mundo con más de 6 millones de habitantes.
Hoy Londres es lo que hoy todos conocemos, una metrópolis global donde cualquier ase puede sentir en el centro del mundo. En sus calles se pueden ver las señales intangibles de una historia milenaria y al mismo tiempo saborear las modas futuras, en un melting pot único de personas y lugares que sabe transmitir mucho más de lo que se pueda descubrir en una vida entera. Por eso ya en el 1700 Samuel Johnson escribió ‘You find no man, at all intellectual, who is willing to leave London. No, Sir, when a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford.»